LA META.
En la vida, por
encima de muchas cosas,
buscar la
felicidad debería ser obligatorio,
se puede
encontrar en un camino de rosas,
pero será inútil
si no es satisfactorio;
para no perderse
en extraños laberintos
que confunden los
sueños con la opulencia,
es bueno
desplegar todos los instintos
evitando caer en
las redes de la apariencia,
pues no es lo
mismo parecer dichoso,
aunque sea
rodeado de un ostentoso lujo,
que sentirse un
individuo grandioso
sin la necesidad
de invocar un embrujo.
Cuando se alcanza
un estado tan grato,
lo complicado
esta es saberlo conservar,
a veces solo
viene en un pequeño formato,
hacerlo
permanente es difícil de lograr.
Quien no intente
conseguir este objetivo
pierde parte del
sentido de la vida,
pocas cosas
merecen un afán obsesivo,
la conquista por
esta, será bien recibida.
Vivir conlleva un
peligro constante,
capaz de herir y
dejar profundas cicatrices,
de poco sirve un
sufrimiento agobiante,
si no se
persiguen finales felices.
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