SIN FALTAR AL ENEMIGO
Quien para defender una causa
incurre en un constante insulto,
lanzando amenazas sin pausa,
lo más seguro es que sea inculto,
pues si ignora otro argumento
o conociéndolo no lo aplica,
de nada sirve dar la réplica,
el tema pierde el fundamento.
La descalificación del oponente
a nadie otorga la razón,
eso debería quedar patente
cuando se ofrece una opinión.
Tampoco es necesario alzar la voz
para denunciar graves delitos,
aunque el crimen sea atroz,
la verdad no se impone a gritos.
Siendo importante saber escuchar,
cualquier idea merece una oportunidad,
si no existe la imparcialidad,
la justicia suele naufragar.
El gran poder de la palabra
radica en saber convencer,
el dialogo a nadie descalabra,
con respeto todo se puede defender.
