LA FALTA DE LA VERDAD
Todo el mundo presume de
sinceridad
como buen ejemplo de
honradez,
pero haciendo honor a la
verdad,
¿Quién no ha mentido
alguna vez?
Se miente para ocultar
defectos,
se miente para encubrir
errores,
se miente para presumir
de intelectos,
se miente para huir de
los temores,
en ocasiones, para no
hacer daño,
la conocida mentira
piadosa,
con este fin se trama el
engaño
forjando una credibilidad
dudosa.
Con la mano en la Biblia
se jura,
lo que parece un
estupendo augurio
acaba siendo una fatal
conjura
en la que no importa
cometer perjurio.
También el amor eterno se
promete,
dejándose llevar por el
momento,
el tiempo, a veces, rompe
el juguete,
convirtiendo en falso el
juramento.
Contar mentiras es algo
habitual,
aunque luego la mayoría
lo niega,
incluso para muchos es un
ritual
como si fuese una
tradición veraniega.
Casi siempre nada es lo
que parece,
y menos si la realidad no
interesa,
entonces el autoengaño
florece
manteniendo a la verdad
presa.
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