EL PODER DE UN DIOS.
El poder real que una deidad posee
depende del
número de creyentes,
aumenta cuanta
más gente cree,
pero disminuye si
no son fervientes.
En torno a la
divinidad se organiza
la cúpula que
ejerce el control,
humanos, a los
que Dios autoriza
a divulgar su
palabra bajo el sol.
De este supuesto
pacto sagrado
nace el sentido
de cualquier religión,
que busca la
eternidad con agrado.
Ayudados por la
divina intervención,
los religiosos
intentan salvar del pecado
a una humanidad,
camino de la perdición.
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