UNA VIUDA ARDIENTE
La pareja gozaba de
buena salud,
pero ella sentía la
vagina viuda,
atrás quedo el deseo
de juventud,
ahora solo de la mano
se ayuda.
Después de sufrir con
impotencia
el paulatino
enfriamiento del asunto,
hasta alcanzar una
total ausencia,
como si el pene
estuviera difunto,
empezó a seguir un
proceso de luto
sin llegar al acto
del entierro,
pues el estado mortal
no es absoluto,
aunque pocas veces
sale del encierro.
En ocasiones el
miembro resucita
con ganas de
presentar batalla,
son muchas más las
que ella necesita
para sentir que está
dando la talla.
Mientras tanto los
deseos sobreviven
gracias a las prácticas
manuales
técnicas, que aunque
poco la motiven,
calman sus bajos
instintos sexuales,
producidos por los
calores internos
que la provocan el
calentamiento,
nunca estuvo a favor
de los cuernos
pero precisa de un
bombero atento
dispuesto a sofocarla
el incendio,
entre sus piernas
arden las llamas,
si no se pone un
rápido remedio,
acabara quemando
demasiadas camas.
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